Ahora va una de relatos. Relatos de terror, de misterio, históricos, futuritas ... Narradores omniscientes, protagonistas, testigos ... Flash back o finales abiertos... Personajes mitológicos o zombis. Todo cabe en una buena historia. Yo os hice la propuesta y la imaginación hizo el resto.
De repente pegaron
un frenazo, me dí un golpe en la cabeza y me quedé inconsciente.
Días después me desperté. Estaba encadenado en un carruaje romano,
escuché que nos iban a llevar a un mercado de esclavos para
vendernos. Empecé a recordar lo que me sucedió.
Aquel día, en mi
pequeña aldea gala, estaba muerto de cansancio por el duro trabajo.
De repente, vi que muchos romanos estaban atacando nuestra aldea, en
ese momento sólo pensé en mi familia. Fui corriendo hacia mi casa y
con los míos logré escapar de tantísimo jaleo que se había
provocado. Por suerte cogí el carromato de mi hermano, y nos fuimos
hacia una aldea muy lejana de la nuestra. Pero no pensé cómo sería
el agotador viaje que nos aguardaba.
Durante el largo
camino, llegó la noche y nos tuvimos que refugiar en una
escalofriante y mugrienta cueva que había cerca de donde nos
encontrábamos, que era como la boca de un lobo.
Al día siguiente
tuvimos que reanudar nuestro largo viaje. Al poco rato nos
encontramos un pequeño lago, paramos un tiempo para descansar e
hidratarnos. Enseguida nos pusimos en marcha de nuevo. El carromato
iba aguantando a duras penas, pero cogió un bache muy grande y se
hizo una pequeña raja en la rueda. Al principio no le di mucha
importancia, pero más adelante se rompió la rueda y no sabíamos
qué hacer. Entonces tuvimos que continuar a pie, y un tiempo después
al ver unos caballos, nos acercamos y los cogimos, de nuevo volvimos
con normalidad a nuestro camino.
De repente vimos
unas sombras acercándose rápidamente hacia nosotros. Intentamos
huir, pero no sirvió de nada , al final, nos acabaron atrapando. Nos
encadenaron y nos metieron en una jaula, y en su carruaje nos
llevaban a un extraño lugar, y no sabíamos dónde.
Intenté escapar, lo
logré, estaba desatando a los demás miembros de mi familia. Y en un
abrir y cerrar de ojos un guardia romano me vio, avisó a los otros,
que me golpearon y me volvieron a encadenar. En ese golpe me quedé
inconsciente. Luego me desperté y, al instante, vi que un grupo de
galas había salido en medio del camino, sabían que estábamos en
peligro y empezaron a luchar cuerpo a cuerpo contra los romanos
secuestradores. Creía que no podrían vencerlos, pero
inesperadamente vencieron la lucha. Encontraron la llave para abrir
la jaula, desencadenarnos y, al fin, liberarnos. Como no nos podían
dejar allí sin más, nos llevaron a su aldea para que nos quedásemos
y vivir allá.
JOSÉ MANUEL GARCÍA CIRA, CURRO FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, DAMIÁN RODRÍGUEZ TAJUELO, AMPARO RICO CABRERA 1º B
PARA SER FELIZ HAY QUE SUFRIR
Me habían
condenado a muerte por no pagar los impuestos. En ese momento pensé en
huir, charlé con mi compañero sobre que tendría que hacer... Con una sola palabra
me convenció para que me quedase, la palabra paciencia desde mi punto de
vista, al menos en ese momento parecía como si me dijese que disfrutara. No me dio tiempo a preguntarle que quería decir porque al día siguiente lo eligieron
como gladiador y no salió con vida. Tenía mucho miedo
porque a mi me trasladaron a la habitación uno, a todos los hombres que han
estado ahí no se les ha vuelto a ver, pensé que sería el siguiente.
Ese día mi mujer
Libia, mi hermano Benjamín y mi hija Celeste. Me alegró ver a mi familia sana y salva, también
me trajeron una rodaja de pan con queso de nuestra cabra. Me estaba dando cuenta
ya de que significaba paciencia. Aunque pasé un buen rato con mi familia no se
me fue el miedo.
Esa semana, cuando
vinieron mis carceleros estaba temblando, pero cuando me dijeron que sólo
querían liberarme un mes de la prisión, que podría relacionarme con mi
familia y mis vecinos, pensé en esa palabra. Fue el mejor regalo que me
han hecho en toda mi vida.
Lo primero que
hice fue visitara a mi familia, estaba deseando verles sin que hubiese una reja
que impidiesen nuestros abrazos, besos y mimos. La aldea está igual que hace
siete semanas. No me paré a recorrerla si no que fui a llamar a la puerta. Benjamín se
sorprendió al verme, pero corriendo me agarró de un brazo y me metió en
casa, cogió unas pieles de vaca y me las enrollo en el cuerpo; mi mujer me
cocinó mi plato favorito, sopa de cebolla, y mi hija se fue al bosque para
encontrar ramas de los árboles y poder encender un buen fuego. Después de un
buen rato con mi familia, me fui a la cama.
Cuando terminó el mes de enero, volvieron los romanos y me llevaron de nuevo a la prisión. Días después, se
pensaron lo de liberarme, ese mes solo era una prueba para ver si era sincero o
mentiroso; como vieron que no era nada mentiroso, ya que hice la promesa de no
escaparme ni nada por el estilo, redujeron el tiempo en prisión y sólo me
pusieron un mes más.
Todo volvió a a normalidad. Mi familia muy
contenta de que yo esté a su lado, yo disfrutando de la vida. También me
nombraron jefe de la aldea, porque yo era el que había pasado por cosas que
nadie podría haber pasado fácilmente.
JOSÉ CARLOS SCHIFFER, ANDRÉS HEREDIA, ABEL VARGAS 1º B
JOSÉ CARLOS SCHIFFER, ANDRÉS HEREDIA, ABEL VARGAS 1º B
LA MISIÓN DEL EMPERADOR
“Os esperaba”, nos dijo, y luego de saludarnos no llevó a su casa. A la mañana siguiente nos llevó a dar una vuelta por la ciudad y vimos algunos momentos.
Hacía unos días que en Roma el emperador Tito había tomado el poder y nos había mandado a los cinco a viajar a Pompeya, a una misión especial. Allí nos esperaría un amigo suyo, llamado Plinio. Teníamos que vernos con él y darle una carta de nuestro emperador.
Era una mañanas soleada de primavera cuando por fin cruzamos las murallas de Pompeya, en la religión de Campania. Llegamos por la via Apia. Habiamos tenido un viaje tranquilo. A lo lejos veíamos el imponente Vesubio, y a sus pies, la ciudad se veía insignificante. Nos dirigimos a la biblioteca y allí, nos encontramos con él y nos presentamos. Yo le dije que era Leónidas, el hijo del emperador, y que mis cuatro acompañantes, Claudia, Marco Antonio, Blanca y Espartaco, eran mis mejores amigos desde la infancia, siempre dispuestos a seguirme en todas mis aventuras.
De vuelta en su casa, después de ver la ciudad, le enseñamos a Plinio la carta que teníamos para él. Tras mirarla detenidamente, Plinio nos explicó que él era una un espia del emperador y que sabía muchos secretos de lo que ocurría en el oriente del Imperio. Tenía informes sobre la guerra contra los judios que debiamos llevar al emperador. Antes de ir a dormir, nos dijo que para volver a Roma podiamos coger un barco, llamado Ulises, que nos estaba esperando en el puerto.
De repente, un gran terremoto sacudió la ciudad. El suelo y las paredes se movían y se derrumbaba. Salimos todos corriendo a la calle y nos dirigimos hacia el puerto llenos de miedo. El Vesubio estalló y una gran bola de fuego y cenizas empezó a descender sobre la ciudad. Un muro se cayó sobre Plinio y ya no lo vimos más. A duras penas llegamos al puerto y cogimos el barco. Cuando mirabamos atrás, ya lejos, vimos la ciudad en llamas. Nos quedamos muy tristes al pensar en toda la gente que moriría en esa tragedia.
Unos días después llegamos a Roma y dimos al emperador la desgraciada noticia, junto con los papiros de Plinio. El emperador se entristeció y mandó reconstruir la ciudad y ayudar a los que habían sobrevivido. También nos mandó a los cinco amigos ayudar en esas tareas y quedó tan contento con nuestro trabajo, que nos lo agradeció dejándonos cerca de él en el palacio.
JUAN ANTONIO LÓPEZ, VÍCTOR MÁRQUEZ, MARIO ARRIAZA, PAULA CRUZ 1º B
ATRAPADOS
Y entonces Dani dijo:
-Olivia... Te quiero...
-Em...Dani... yo...
Y no pudo terminar la
frase porque justo en ese momento se apagaron las luces y se oyó un chillido:
-!!!Ahh!!!
Unas horas antes...
Un grupo de scouts
fueron de excursión a Egipto. Todos eran muy sensatos. Iban a hacer una
actividad en parejas, en una pirámide y con walkie talkies.
Dani y Olivia eran una
de las parejas. Dani era un chico inteligente y algo travieso, con ojos azul
claro como el océano, pelo rubio y le gustaba meterse en líos. Olivia no era
tan traviesa como Dani y era lista a la hora de tomar decisiones. Era pelirroja
y tenía unos ojos verdosos.
Todos estaban muy
ilusionados con la actividad porque muchos no la habían hecho. Al comenzar el
grupo de los scouts se metieron en la pirámide sin saber lo que les esperaba.
La pirámide era
bastante grande y tenía una gran entrada con varios caminos.
Decidieron separarse
para investigar en parejas y se encontrarían unas horas más tarde en la
entrada. Dani y Olivia siguieron juntos con un silencio incómodo. Después de
unos minutos, Olivia decidió romper el silencio y le dijo a Dani que encendiera
las velas porque no sabía por dónde estaban andando. Dani encendió las velas y
de paso, miró el mapa.
Olivia le vio cara de
pánico y le preguntó qué pasaba. Dani le enseñó el mapa ya al verlo, sintió un
escalofrío por todo el cuerpo.
-No aparece...
-Lo sé.
Mientras, al otro lado
de la pirámide; los otros chicos ya se habían reunido en la entrada, faltaban
Dani y Olivia. Al ver que tardaban fueron a buscarles.
De repente, se escuchó
un ruido en toda la pirámide, todos estaban aterrados. Las paredes empezaron a
moverse abriendo y cerrando caminos.
Cuando la pirámide paró
de transformarse, empezaron a buscar salidas. Más tarde, vieron una luz que
venía del fondo, a su lado, había dos sombras. Eran Dani y Olivia. Todos se
alegraron al verse pero pronto la alegría se desvaneció, ya que recordaron que
seguían atrapados sin saber hacia dónde ir. Olivia propuso que comieran un poco
para tranquilizarse. Después todos durmieron menos ella y Dani.
Y entonces Dani dijo:
-Olivia... Te quiero...
-En... Dani... Yo...
Y no pudo terminar la
frase porque justo en ese momento se apagaron las luces y se oyó un chillido:
-!!!Ah!!!
De repente se escuchó
por un walquie talkie:
-¡¡Dani, las pirámides me
han atrapado!!
MARÍA VICTORIA ARROYO, PAULA GIL, FRAN JANEIRO, PABLO PÉREZ 1º B
INVASIÓN ROBÓTICA
Los robots entraron en
la habitación donde Valeria y Esther estaban escondidas. Un robot se asomó y
salieron corriendo cada una hacia un lado. Valeria se fue a los baños, pero
tropezó antes de entrar y los robots la recogieron y se la llevaron con los demás
prisioneros.
A causa de la
contaminación en la Tierra, hacía ya un tiempo vivían en una nave. Tenían todo
lo necesario para llevar una vida "normal", tanto que parecía un
pequeño planeta. En esa nave vivía Valeria. Valeria era una chica pelirroja con
los ojos azules como el cielo. Ella, como todos los de su edad, iba al
instituto de la nave. Allí le esperaban dos chicos de su clase, Bruno y Raúl,
Raúl era el mejor amigo de Valeria. Era moreno con los ojos azules. Llevaban
tres horas de instituto cuando, de repente, sonó la alarma. Todos corrieron a
buscar un escondite, separándose Valeria y Esther de Raúl y Bruno. Se
escondieron en un aula con unos cuantos más. Justo en ese momento entraron lo
robots. Pero actuaban de una forma extraña, era como si ya no los manejaran los
humanos.
Cuando Valeria despertó
se encontraba en una de las prisiones junto a Esther:
- ¿Qué ha pasado
Esther?- dijo Valeria.
- Los robots, Valeria.
Están cansados de que los manejemos y uno de ellos se ha revelado. Aún no han
cogido a Bruno y Raúl. Ojalá puedan rescatarnos.
Bruno y Raúl se habían
escondido en los baños. Al salir no había nadie. Fueron a la base militar a por
algunas armas. Cogieron las más fuertes. Entonces fueron a por los robots.
Bruno intentó distraerlos para que Raúl pueda ir a por el jefe. Cuando Raúl
llegó al jefe sabía que solo lo derrotaría desconectándolo. Después de un
forcejeo intenso, Raúl consiguió desactivarlo.
De repente, todo volvió
a la normalidad. Raúl y Bruno fueron directos a por Valeria y Esther.
- Gracias.- dijeron
ambas.
- No las deis.-
respondió Bruno.
El presidente de la
nave, muy agradecido, le concedió un premio a cada uno. Ellos lo compartieron
con los demás.
Desde ese día ningún
robot volvió a atacar, y los robots y humanos se llevaban muy bien.
ELENA CLEMENTE, JONATHAN ROMERO, ANA VILLANUEVA 1º B
LA PRISIÓN DE LAS PESADILLAS
En aquella casa, había un hombre de aspecto pobre,
encadenado, en una habitación oscura. Todo el que entraba en la casa escuchaba su temblorosa
voz y al instante (sumido en sus pensamientos profundos) empezaba a escuchar la
historia de su pasado.
“Mi pasado es oscuro después de tantos años se me
ha ido olvidando mi nombre y los nombres de aquellas personas que me rodeaban.
Empecé a perder la noción del tiempo."
Había sido un triste niño marginado. Nadie sabía
su nombre, debido a su timidez. En el colegio le insultaban. Así fue como la
gente se fue olvidando de él.
Un día, tras salir del instituto, yendo con sus padres
en el coche, de repente hubo un accidente terrible, chocaron de lleno contra un
camión. Perdieron la vida sus padres, pero él se escapó e la coches con algunas
heridas leves. No se le volvió a encontrar. El niño se sintió desolado y muy triste.
Huyó a un descampado. Allí se quedó dormido después de todo lo que había pasado,
soñó con historias de terror que se cuentan desde hace años. Al despertar se encontró
con un cuarto oscuro encadenado en una pequeña celda se asomó a las rejas y vio
a unos pequeños pero terroríficos zombis con los que soñó. Y uno le dijo:
“No saldrás jamás de aquí, no comerás, no beberás,
jamás verás la luz del sol, tendrás una vida eterna llena de sufrimiento."
MARÍA GONZÁLEZ, LUCÍA LUDEÑA, RUBÉN PEÑA, ANDRÉS RUIZ 1º B
EL BOSQUE ENCANTADO
Caía la noche mientras Elisabeth
corría entre las mazmorras del castillo del rey de las sombras, dos orcos la
perseguían. Elisabeth se quedaba sin aliento y cada vez los orcos estaban más
cerca de ella. Intentó sacarnos a nosotras las hadas de nuestra prisión, pero
los seres horrendos se abalanzaron y se llevaron a Elisabeth a rastras.
Será mejor que empiece por el
principio, yo soy Dana, un hada de agua procedente del bosque encantado, mi
característica principal es que soy muy curiosa, por eso visito el mundo de los
humanos de vez en cuando. Siempre que iba veía lo mismo, en ese mundo no había
mucha paz, pero un día visité un instituto y había a una niña que rebosaba de
alegría y amabilidad. Aunque no lo pareciera, a ella no le iban muy bien las
cosas, porque los demás le tenían mucha envidia. Se metían con ella muchas
veces. Aproveché a que estaba llorando en un rincón para acercarme, cuando me
vio se sorprendió y se asustó. Le pregunté cuál era su nombre y cuántos años
tenía. Me dijo que se llamaba Elisabeth y que tenía trece años. Al ver que era
muy simpática, creé un portal y me la llevé al bosque encantado porque algo me
decía que era alguien especial y que podría salvarnos de la amenaza del bosque
de las pesadillas.
Al entrar en el bosque, Elisabeth
se quedó asombrada. Mi mundo, extraño para Elisabeth, estaba lleno de seres
fantásticos, como las hadas, gnomos, dragones de agua, unicornios, duendes y
elfos y peluches vivientes. Su paisaje era muy florido, con arbustos que daban
caramelos y árboles que se movían; un río de plata descendía por las montañas
del destino; cerca de allí estaba la cascada mágica, el lugar donde se reunían
todas las criaturas cuando había luna
llena. Elisabeth inspeccionaba el lugar con curiosidad, aunque hubo una cosa
que captó su atención, era la barrera que conducía al bosque de las pesadillas.
Iba a adentrarse en él cuando el viejo gnomo la detuvo, él nos invitó a entrar
en su casa a tomar algo, ya que es muy amable. Elisabeth estaba intrigada y se
atrevió a preguntar por qué le había impedido pasar la frontera. El viejo gnomo
le contestó contándole la leyenda de los mundos. La leyenda decía que, cada vez
que una criatura del bosque encantado pasaba la frontera hacia el bosque de las
pesadillas, esa criatura nunca volvía. Elisabeth se dio cuenta de que el viejo
gnomo estaba asustado y ella se ofreció a ayudarnos a vencer a las criaturas
del bosque de las pesadillas. El viejo gnomo le dijo que lo único que podía
hacer era conseguir las llaves de los mundos y cerrar la frontera para que no
pasaran las criaturas horribles.
Elisabeth se estaba preparando
para la reunión de esa noche en la cascada mágica ya que era luna llena. Al
llegar la hora de partir, el viejo gnomo mostró el camino. Llegamos cuando
acababa de empezar la reunión. Como teníamos prisa, el viejo gnomo empezó a
hablar: las criaturas, asombradas, dijeron que Elizabeth necesitaba compañía. Cinco
hadas del agua, un dragón, el viejo gnomo y un oso de peluche nos prestamos voluntarios.
Yo no estaba muy segura de ir, pero tenía que hacerlo para salvar mi mundo.
Nos pusimos en marcha en seguida.
Pasamos la frontera muy asustados. Allí, en el bosque de las pesadillas, todo
era oscuro, en frente nuestra había un río de lava que descendía de las
montañas de la decepción; un castillo tenebroso se alzaba creando una tormenta.
En el bosque había criaturas horrendas, como las brujas, los orcos, los trolls,
los dragones y hadas de fuego...si algunos de esos seres nos descubrían
estaríamos acabados. Al pensar en eso dos orcos nos cogieron y nos llevaron al
castillo. Allí nos encontramos con el rey de las sombras, un monstruo
despiadado que reinaba el bosque de las pesadillas. Al vernos, el rey hizo una
señal y los orcos, nos llevaron a las mazmorras del castillo. Allí en las
mazmorras, Elizabeth empezó a ponerse nerviosa, pensaba que los monstruos iban
a pasar la frontera para vengarse de nuestra entrada a su bosque. En la puerta
de su mazmorra había un orco que vigilaba. Elisabeth se acercó y, de repente,
el orco empezó a hablar, le preguntó que como era el bosque encantado.
Elisabeth, sorprendida, empezó a describírselo, al terminar, el orco le dijo
que la sacaría de allí si ella la llevaba al bosque. Cuando Elisabeth le
prometió que le llevaría, el orco le abrió, pero enseguida dos orcos se dieron
cuenta.
Caía la noche mientras Elisabeth corría entre las mazmorras, los orcos le perseguían. Elisabeth se quedaba sin aliento, y cada vez los orcos estaban más cerca de ella. Intentó sacarnos a nosotras, las hadas, de nuestra prisión, pero los seres horrendos se abalanzaron y se llevaron a Elisabeth a rastras. Habíamos perdido las esperanzas, pero de repente, el orco que la sacó de su prisión, lucho contra los dos guardias. Elisabeth nos sacó, subimos a la sala en la que se cerraba la frontera, cogimos la llave del bosque encantado y la pusimos en la cerradura, pero nos dimos cuenta de que necesitábamos la llave del bosque de las pesadillas. Si nos pillaban ya no podríamos salir, era una misión muy arriesgada.
Caía la noche mientras Elisabeth corría entre las mazmorras, los orcos le perseguían. Elisabeth se quedaba sin aliento, y cada vez los orcos estaban más cerca de ella. Intentó sacarnos a nosotras, las hadas, de nuestra prisión, pero los seres horrendos se abalanzaron y se llevaron a Elisabeth a rastras. Habíamos perdido las esperanzas, pero de repente, el orco que la sacó de su prisión, lucho contra los dos guardias. Elisabeth nos sacó, subimos a la sala en la que se cerraba la frontera, cogimos la llave del bosque encantado y la pusimos en la cerradura, pero nos dimos cuenta de que necesitábamos la llave del bosque de las pesadillas. Si nos pillaban ya no podríamos salir, era una misión muy arriesgada.
ANDREA GARRIDO, ÚRSULA LUTZ,
MANUEL NARBONA, MIRANDA REMESAL 1º B
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