viernes, 6 de marzo de 2015

Contando historias

Ahora va una de relatos. Relatos de terror, de misterio,  históricos, futuritas ... Narradores omniscientes, protagonistas, testigos ... Flash back o finales abiertos... Personajes mitológicos o zombis. Todo cabe en una buena historia. Yo os hice la propuesta y la imaginación hizo el resto.



De repente pegaron un frenazo, me dí un golpe en la cabeza y me quedé inconsciente. Días después me desperté. Estaba encadenado en un carruaje romano, escuché que nos iban a llevar a un mercado de esclavos para vendernos. Empecé a recordar lo que me sucedió.

Aquel día, en mi pequeña aldea gala, estaba muerto de cansancio por el duro trabajo. De repente, vi que muchos romanos estaban atacando nuestra aldea, en ese momento sólo pensé en mi familia. Fui corriendo hacia mi casa y con los míos logré escapar de tantísimo jaleo que se había provocado. Por suerte cogí el carromato de mi hermano, y nos fuimos hacia una aldea muy lejana de la nuestra. Pero no pensé cómo sería el agotador viaje que nos aguardaba.

Durante el largo camino, llegó la noche y nos tuvimos que refugiar en una escalofriante y mugrienta cueva que había cerca de donde nos encontrábamos, que era como la boca de un lobo.

Al día siguiente tuvimos que reanudar nuestro largo viaje. Al poco rato nos encontramos un pequeño lago, paramos un tiempo para descansar e hidratarnos. Enseguida nos pusimos en marcha de nuevo. El carromato iba aguantando a duras penas, pero cogió un bache muy grande y se hizo una pequeña raja en la rueda. Al principio no le di mucha importancia, pero más adelante se rompió la rueda y no sabíamos qué hacer. Entonces tuvimos que continuar a pie, y un tiempo después al ver unos caballos, nos acercamos y los cogimos, de nuevo volvimos con normalidad a nuestro camino.

De repente vimos unas sombras acercándose rápidamente hacia nosotros. Intentamos huir, pero no sirvió de nada , al final, nos acabaron atrapando. Nos encadenaron y nos metieron en una jaula, y en su carruaje nos llevaban a un extraño lugar, y no sabíamos dónde.

Intenté escapar, lo logré, estaba desatando a los demás miembros de mi familia. Y en un abrir y cerrar de ojos un guardia romano me vio, avisó a los otros, que me golpearon y me volvieron a encadenar. En ese golpe me quedé inconsciente. Luego me desperté y, al instante, vi que un grupo de galas había salido en medio del camino, sabían que estábamos en peligro y empezaron a luchar cuerpo a cuerpo contra los romanos secuestradores. Creía que no podrían vencerlos, pero inesperadamente vencieron la lucha. Encontraron la llave para abrir la jaula, desencadenarnos y, al fin, liberarnos. Como no nos podían dejar allí sin más, nos llevaron a su aldea para que nos quedásemos y vivir allá.

JOSÉ MANUEL GARCÍA CIRA, CURRO FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, DAMIÁN RODRÍGUEZ TAJUELO, AMPARO RICO CABRERA 1º B


PARA SER FELIZ HAY QUE SUFRIR


Me habían condenado a muerte por no pagar los impuestos. En ese momento pensé en huir, charlé con mi compañero sobre que tendría que hacer... Con una sola palabra me convenció para que me quedase, la palabra paciencia desde mi punto de vista, al menos en ese momento parecía como si me dijese que disfrutara. No me dio tiempo a preguntarle que quería decir porque al día siguiente lo eligieron como gladiador y no salió con vida. Tenía mucho miedo porque a mi me trasladaron a la habitación uno, a todos los hombres que han estado ahí no se les ha vuelto a ver, pensé que sería el siguiente.

Ese día mi mujer Libia, mi hermano Benjamín y mi hija Celeste. Me alegró ver a mi familia sana y salva, también me trajeron una rodaja de pan con queso de nuestra cabra. Me estaba dando cuenta ya de que significaba paciencia. Aunque pasé un buen rato con mi familia no se me fue el miedo.

Esa semana, cuando vinieron mis carceleros estaba temblando, pero cuando me dijeron que sólo querían liberarme un mes de la prisión, que podría relacionarme con mi familia y mis vecinos, pensé en esa palabra. Fue el mejor regalo que me han hecho en toda mi vida.

Lo primero que hice fue visitara a mi familia, estaba deseando verles sin que hubiese una reja que impidiesen nuestros abrazos, besos y mimos. La aldea está igual que hace siete semanas. No me paré a recorrerla si no que fui a llamar a la puerta. Benjamín se sorprendió al verme, pero corriendo me agarró de un brazo y me metió en casa, cogió unas pieles de vaca y me las enrollo en el cuerpo; mi mujer me cocinó mi plato favorito, sopa de cebolla,  y mi hija se fue al bosque para encontrar ramas de los árboles y poder encender un buen fuego. Después de un buen rato con mi familia, me fui a la cama. 
Cuando terminó el mes de enero, volvieron los romanos y me llevaron de nuevo a la prisión. Días después, se pensaron lo de liberarme, ese mes solo era una prueba para ver si era sincero o mentiroso; como vieron que no era nada mentiroso, ya que hice la promesa de no escaparme ni nada por el estilo, redujeron el tiempo en prisión y sólo me pusieron un mes más. 
Todo volvió a a normalidad. Mi familia muy contenta de que yo esté a su lado, yo disfrutando de la vida. También me nombraron jefe de la aldea, porque yo era el que había pasado por cosas que nadie podría haber pasado fácilmente.

JOSÉ CARLOS SCHIFFER, ANDRÉS HEREDIA, ABEL VARGAS 1º B




LA MISIÓN DEL EMPERADOR

“Os esperaba”, nos dijo, y luego de saludarnos no llevó a su casa. A la mañana siguiente nos llevó a dar una vuelta por la ciudad y vimos algunos momentos.
Hacía unos días que en Roma el emperador Tito había tomado el poder y nos había mandado a los cinco a viajar a Pompeya, a una misión especial. Allí nos esperaría un amigo suyo, llamado Plinio. Teníamos que vernos con él y darle una carta de nuestro emperador.
Era una mañanas soleada de primavera cuando por fin cruzamos las murallas de Pompeya, en la religión de Campania. Llegamos por la via Apia. Habiamos tenido un viaje tranquilo. A lo lejos veíamos el imponente Vesubio, y a sus pies, la ciudad se veía insignificante. Nos dirigimos a la biblioteca y allí, nos encontramos con él y nos presentamos. Yo le dije que era Leónidas, el hijo del emperador, y que mis cuatro acompañantes, Claudia, Marco Antonio, Blanca y Espartaco, eran mis mejores amigos desde la infancia, siempre dispuestos a seguirme en todas mis aventuras.
De vuelta en su casa, después de ver la ciudad, le enseñamos a Plinio la carta que teníamos para él. Tras mirarla detenidamente, Plinio nos explicó que él era una un espia del emperador y que sabía muchos secretos de lo que ocurría en el oriente del Imperio. Tenía informes sobre la guerra contra los judios que debiamos llevar al emperador. Antes de ir a dormir, nos dijo que para volver a Roma podiamos coger un barco, llamado Ulises, que nos estaba esperando en el puerto.
De repente, un gran terremoto sacudió la ciudad. El suelo y las paredes se movían y se derrumbaba. Salimos todos corriendo a la calle y nos dirigimos hacia el puerto llenos de miedo. El Vesubio estalló y una gran bola de fuego y cenizas empezó a descender sobre la ciudad. Un muro se cayó sobre Plinio y ya no lo vimos más. A duras penas llegamos al puerto y cogimos el barco. Cuando mirabamos atrás, ya lejos, vimos la ciudad en llamas. Nos quedamos muy tristes al pensar en toda la gente que moriría en esa tragedia.
Unos días después llegamos a Roma y dimos al emperador la desgraciada noticia, junto con los papiros de Plinio. El emperador se entristeció y mandó reconstruir la ciudad y ayudar a los que habían sobrevivido. También nos mandó a los cinco amigos ayudar en esas tareas y quedó tan contento con nuestro trabajo, que nos lo agradeció dejándonos cerca de él en el palacio.

JUAN ANTONIO LÓPEZ, VÍCTOR MÁRQUEZ, MARIO ARRIAZA, PAULA CRUZ 1º B



ATRAPADOS

Y entonces Dani dijo:
-Olivia... Te quiero...
-Em...Dani... yo...
Y no pudo terminar la frase porque justo en ese momento se apagaron las luces y se oyó un chillido:
-!!!Ahh!!!
Unas horas antes...
Un grupo de scouts fueron de excursión a Egipto. Todos eran muy sensatos. Iban a hacer una actividad en parejas, en una pirámide y con walkie talkies.
Dani y Olivia eran una de las parejas. Dani era un chico inteligente y algo travieso, con ojos azul claro como el océano, pelo rubio y le gustaba meterse en líos. Olivia no era tan traviesa como Dani y era lista a la hora de tomar decisiones. Era pelirroja y tenía unos ojos verdosos.
Todos estaban muy ilusionados con la actividad porque muchos no la habían hecho. Al comenzar el grupo de los scouts se metieron en la pirámide sin saber lo que les esperaba.
La pirámide era bastante grande y tenía una gran entrada con varios caminos.
Decidieron separarse para investigar en parejas y se encontrarían unas horas más tarde en la entrada. Dani y Olivia siguieron juntos con un silencio incómodo. Después de unos minutos, Olivia decidió romper el silencio y le dijo a Dani que encendiera las velas porque no sabía por dónde estaban andando. Dani encendió las velas y de paso, miró el mapa.
Olivia le vio cara de pánico y le preguntó qué pasaba. Dani le enseñó el mapa ya al verlo, sintió un escalofrío por todo el cuerpo.
-No aparece...
-Lo sé.
Mientras, al otro lado de la pirámide; los otros chicos ya se habían reunido en la entrada, faltaban Dani y Olivia. Al ver que tardaban fueron a buscarles.
De repente, se escuchó un ruido en toda la pirámide, todos estaban aterrados. Las paredes empezaron a moverse abriendo y cerrando caminos.
Cuando la pirámide paró de transformarse, empezaron a buscar salidas. Más tarde, vieron una luz que venía del fondo, a su lado, había dos sombras. Eran Dani y Olivia. Todos se alegraron al verse pero pronto la alegría se desvaneció, ya que recordaron que seguían atrapados sin saber hacia dónde ir. Olivia propuso que comieran un poco para tranquilizarse. Después todos durmieron menos ella y Dani.
Y entonces Dani dijo:
-Olivia... Te quiero...
-En... Dani... Yo...
Y no pudo terminar la frase porque justo en ese momento se apagaron las luces y se oyó un chillido:
-!!!Ah!!!
De repente se escuchó por un walquie talkie:

-¡¡Dani, las pirámides me han atrapado!!

MARÍA VICTORIA ARROYO, PAULA GIL, FRAN JANEIRO, PABLO PÉREZ 1º B




INVASIÓN ROBÓTICA

Los robots entraron en la habitación donde Valeria y Esther estaban escondidas. Un robot se asomó y salieron corriendo cada una hacia un lado. Valeria se fue a los baños, pero tropezó antes de entrar y los robots la recogieron y se la llevaron con los demás prisioneros.
A causa de la contaminación en la Tierra, hacía ya un tiempo vivían en una nave. Tenían todo lo necesario para llevar una vida "normal", tanto que parecía un pequeño planeta. En esa nave vivía Valeria. Valeria era una chica pelirroja con los ojos azules como el cielo. Ella, como todos los de su edad, iba al instituto de la nave. Allí le esperaban dos chicos de su clase, Bruno y Raúl, Raúl era el mejor amigo de Valeria. Era moreno con los ojos azules. Llevaban tres horas de instituto cuando, de repente, sonó la alarma. Todos corrieron a buscar un escondite, separándose Valeria y Esther de Raúl y Bruno. Se escondieron en un aula con unos cuantos más. Justo en ese momento entraron lo robots. Pero actuaban de una forma extraña, era como si ya no los manejaran los humanos.
Cuando Valeria despertó se encontraba en una de las prisiones junto a Esther:
- ¿Qué ha pasado Esther?- dijo Valeria.
- Los robots, Valeria. Están cansados de que los manejemos y uno de ellos se ha revelado. Aún no han cogido a Bruno y Raúl. Ojalá puedan rescatarnos.
Bruno y Raúl se habían escondido en los baños. Al salir no había nadie. Fueron a la base militar a por algunas armas. Cogieron las más fuertes. Entonces fueron a por los robots. Bruno intentó distraerlos para que Raúl pueda ir a por el jefe. Cuando Raúl llegó al jefe sabía que solo lo derrotaría desconectándolo. Después de un forcejeo intenso, Raúl consiguió desactivarlo.
De repente, todo volvió a la normalidad. Raúl y Bruno fueron directos a por Valeria y Esther.
- Gracias.- dijeron ambas.
- No las deis.- respondió Bruno.
El presidente de la nave, muy agradecido, le concedió un premio a cada uno. Ellos lo compartieron con los demás.

Desde ese día ningún robot volvió a atacar, y los robots y humanos se llevaban muy bien.

ELENA CLEMENTE, JONATHAN ROMERO, ANA VILLANUEVA 1º B


LA PRISIÓN DE LAS PESADILLAS

En aquella casa, había un hombre de aspecto pobre, encadenado, en una habitación oscura. Todo el que entraba en la casa escuchaba su temblorosa voz y al instante (sumido en sus pensamientos profundos) empezaba a escuchar la historia de su pasado.
“Mi pasado es oscuro después de tantos años se me ha ido olvidando mi nombre y los nombres de aquellas personas que me rodeaban. Empecé a perder la noción del tiempo."
Había sido un triste niño marginado. Nadie sabía su nombre, debido a su timidez. En el colegio le insultaban. Así fue como la gente se fue olvidando de él.
Un día, tras salir del instituto, yendo con sus padres en el coche, de repente hubo un accidente terrible, chocaron de lleno contra un camión. Perdieron la vida sus padres, pero él se escapó e la coches con algunas heridas leves. No se le volvió a encontrar. El niño se sintió desolado y muy triste. Huyó a un descampado. Allí se quedó dormido después de todo lo que había pasado, soñó con historias de terror que se cuentan desde hace años. Al despertar se encontró con un cuarto oscuro encadenado en una pequeña celda se asomó a las rejas y vio a unos pequeños pero terroríficos zombis con los que soñó. Y uno  le dijo:

“No saldrás jamás de aquí, no comerás, no beberás, jamás verás la luz del sol, tendrás una vida eterna llena de sufrimiento."

MARÍA GONZÁLEZ, LUCÍA LUDEÑA, RUBÉN PEÑA, ANDRÉS RUIZ 1º B


EL BOSQUE ENCANTADO

Caía la noche mientras Elisabeth corría entre las mazmorras del castillo del rey de las sombras, dos orcos la perseguían. Elisabeth se quedaba sin aliento y cada vez los orcos estaban más cerca de ella. Intentó sacarnos a nosotras las hadas de nuestra prisión, pero los seres horrendos se abalanzaron y se llevaron a Elisabeth a rastras.

Será mejor que empiece por el principio, yo soy Dana, un hada de agua procedente del bosque encantado, mi característica principal es que soy muy curiosa, por eso visito el mundo de los humanos de vez en cuando. Siempre que iba veía lo mismo, en ese mundo no había mucha paz, pero un día visité un instituto y había a una niña que rebosaba de alegría y amabilidad. Aunque no lo pareciera, a ella no le iban muy bien las cosas, porque los demás le tenían mucha envidia. Se metían con ella muchas veces. Aproveché a que estaba llorando en un rincón para acercarme, cuando me vio se sorprendió y se asustó. Le pregunté cuál era su nombre y cuántos años tenía. Me dijo que se llamaba Elisabeth y que tenía trece años. Al ver que era muy simpática, creé un portal y me la llevé al bosque encantado porque algo me decía que era alguien especial y que podría salvarnos de la amenaza del bosque de las pesadillas.

Al entrar en el bosque, Elisabeth se quedó asombrada. Mi mundo, extraño para Elisabeth, estaba lleno de seres fantásticos, como las hadas, gnomos, dragones de agua, unicornios, duendes y elfos y peluches vivientes. Su paisaje era muy florido, con arbustos que daban caramelos y árboles que se movían; un río de plata descendía por las montañas del destino; cerca de allí estaba la cascada mágica, el lugar donde se reunían todas las criaturas cuando  había luna llena. Elisabeth inspeccionaba el lugar con curiosidad, aunque hubo una cosa que captó su atención, era la barrera que conducía al bosque de las pesadillas. Iba a adentrarse en él cuando el viejo gnomo la detuvo, él nos invitó a entrar en su casa a tomar algo, ya que es muy amable. Elisabeth estaba intrigada y se atrevió a preguntar por qué le había impedido pasar la frontera. El viejo gnomo le contestó contándole la leyenda de los mundos. La leyenda decía que, cada vez que una criatura del bosque encantado pasaba la frontera hacia el bosque de las pesadillas, esa criatura nunca volvía. Elisabeth se dio cuenta de que el viejo gnomo estaba asustado y ella se ofreció a ayudarnos a vencer a las criaturas del bosque de las pesadillas. El viejo gnomo le dijo que lo único que podía hacer era conseguir las llaves de los mundos y cerrar la frontera para que no pasaran las criaturas horribles.

Elisabeth se estaba preparando para la reunión de esa noche en la cascada mágica ya que era luna llena. Al llegar la hora de partir, el viejo gnomo mostró el camino. Llegamos cuando acababa de empezar la reunión. Como teníamos prisa, el viejo gnomo empezó a hablar: las criaturas, asombradas, dijeron que Elizabeth necesitaba compañía. Cinco hadas del agua, un dragón, el viejo gnomo y un oso de peluche nos prestamos voluntarios. Yo no estaba muy segura de ir, pero tenía que hacerlo para salvar mi mundo.

Nos pusimos en marcha en seguida. Pasamos la frontera muy asustados. Allí, en el bosque de las pesadillas, todo era oscuro, en frente nuestra había un río de lava que descendía de las montañas de la decepción; un castillo tenebroso se alzaba creando una tormenta. En el bosque había criaturas horrendas, como las brujas, los orcos, los trolls, los dragones y hadas de fuego...si algunos de esos seres nos descubrían estaríamos acabados. Al pensar en eso dos orcos nos cogieron y nos llevaron al castillo. Allí nos encontramos con el rey de las sombras, un monstruo despiadado que reinaba el bosque de las pesadillas. Al vernos, el rey hizo una señal y los orcos, nos llevaron a las mazmorras del castillo. Allí en las mazmorras, Elizabeth empezó a ponerse nerviosa, pensaba que los monstruos iban a pasar la frontera para vengarse de nuestra entrada a su bosque. En la puerta de su mazmorra había un orco que vigilaba. Elisabeth se acercó y, de repente, el orco empezó a hablar, le preguntó que como era el bosque encantado. Elisabeth, sorprendida, empezó a describírselo, al terminar, el orco le dijo que la sacaría de allí si ella la llevaba al bosque. Cuando Elisabeth le prometió que le llevaría, el orco le abrió, pero enseguida dos orcos se dieron cuenta.

Caía la noche mientras Elisabeth corría entre las mazmorras, los orcos le perseguían. Elisabeth se quedaba sin aliento, y cada vez los orcos estaban más cerca de ella. Intentó sacarnos a nosotras, las hadas, de nuestra prisión, pero los seres horrendos se abalanzaron y se llevaron a Elisabeth a rastras. Habíamos perdido las esperanzas, pero de repente, el orco que la sacó de su prisión, lucho contra los dos guardias. Elisabeth nos sacó, subimos a la sala en la que se cerraba la frontera, cogimos la llave del bosque encantado y la pusimos en la cerradura, pero nos dimos cuenta de que necesitábamos la llave del bosque de las pesadillas. Si nos pillaban ya no podríamos salir, era una misión muy arriesgada.

ANDREA GARRIDO, ÚRSULA LUTZ, MANUEL NARBONA, MIRANDA REMESAL 1º B

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